De estar harta de que la dueña de la peluquería de la esquina, que cobraba la mitad que yo, porque no gastaba dinero en formación y tenía productos baratos, se llamara igual que yo: ‘peluquera’…
A diferenciarme, aplicando la Proporción Áurea, la base de la “Asesoría de Imagen Científica”, a la Zona de Primer Plano de la imagen de mis clientes (cabello, facciones y torso hasta los senos)…
Contar esto hasta me da vergüenza…
Por dentro me quemaba, pero tenía que sonreír, mientras decía que estaban estupendas, cuando las clientas me pedían que les acabara yo, que mis encargadas no sabían darles ese ‘último toque’ que yo les daba.
Me agotaba, en los entrenamientos, explicando al equipo que, cuando una clienta nos decía que no les gustaba lo que le habíamos hecho, teníamos que cambiarle lo que hiciera falta hasta que nos diera el ok.
¿Quién tenía criterio para decir, con seguridad, que una persona estaba o no bella? Me preguntaba…
Buscando respuesta a esto, me puse a estudiar Filosofía, Psicología, Publicidad… no me daba la vida. Pero encontré lo que buscaba: las Bases Científicas de la Belleza.
La Providencia me trajo una oportunidad, que en otro tiempo hubiese pensado que era un desastre: mis dos encargadas me comunicaron que iban a tomarse un año sabático, para tener un bebé y criarlo.
Cerré el salón, me puse a trabajar por cuenta ajena, mientras seguía buscando los Orígenes de la Belleza e iba aplicándolo a mis trabajos: en la peluquería de El Corte Inglés, después en Londres, y más tarde me embarqué…
Allí trabajé en el área llamada ‘Beauty’ y la experiencia fue magnífica: comprobé que se podía hacer el proceso a una persona o a un grupo. Cuando embarcaban las parejas, familias, personas solas… les hacía una asesoría de imagen (o base científica) en grupo, y era todo un éxito: se llenaban las agendas de los servicios para todo el viaje.
A mi vuelta, lo tenía claro: iría a asociaciones de mujeres y daría charlas, como en el barco…
Pero no obtuve el resultado esperado. Como ves en la fotografía de la izquierda, la asistencia no era mucha.
Creé, con mucho éxito, mi formación como asignatura transversal de Títulos Propios en diferentes universidades.
El alumnado me recordó lo mucho que apreciaban a sus profesionales de peluquería, así que les di pautas para que les facilitaran las bases.
Me llamaban para dar charlas en distintos eventos, como ves en la fotografía de la derecha. En esa ocasión: casi 1.500 personas 🙂
Entonces nació en Madrid, la primera promoción de peluqueras especializadas en Asesoría de Imagen Científica. Si: todo mujeres :).
Tres fueron las grandes bases del proceso:
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Entrenar la mirada, buscando fotografías online y en revistas, de mujeres que les pareciera que tenían buena imagen.
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Reconocer la belleza con objetivo: a dónde iban esas mujeres? trabajaban fuera de casa? eran felices?
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Aprender a descomponer la imagen, científicamente. Como si de un puzle se tratara, analizando cada línea, volumen o color, en la zona de camafeo (primer plano), que influyera en favorecer a la persona.
Todas aplicaron muy bien, en clase, a sus modelos, las pautas que les iba dando… pero una vez en el salón, no les era fácil transmitirlo a su equipo.
Tuve suerte: comenzaron a llamarme por privado, para que les entrenara individualmente. El resultado: el esperado: 30% más de clientes, una diferenciación clara de la competencia y una subida del doble del ticket medio.
El siguiente paso fue formarme para formar formadores, en todos los niveles. De forma presencial y online. Estoy muy contenta… ahora especializo para que formen!
Si estás intentando tu también un cambio, sé que los resultados a veces parece que tardan en llegar.
Pero sigue intentándolo. Paso a paso. Acción tras acción.
Espero que esto te inspire a continuar.
María